Cronista del Centro de Investigación y Documentación Histórica y Cultural de Coyoacán
Santiago Apóstol: con la espada llegó la cruz
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Sobre un blanco y mítico corcel La imagen de Santiago -El Mayor- arribó al continente americano en el siglo dieciséis, representado en un estandarte que portaba Hernán Cortés, uno de sus más fieles devotos y al que se encomendaba en cada una de sus batallas. Conforme conquistaba territorios, iba nombrando dentro de su soldadesca “caballeros de Santiago”. Avanzada la ocupación militar y pacificación de los territorios avasallados en Mesoamérica, se hizo inminente un nuevo proceso de conquista, y el objeto central fue “la salvación espiritual” de los indígenas: con la espada llegó la cruz. La tradición cristiana nos dice que Santiago fue decapitado por mandato del rey de Judea, Herodes Agripa, allá por el año 44 d.C, por lo que es considerado como el primer apóstol martirizado.
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Una espada en forma de cruz, forma parte de la iconografía con la que es representado, en doble alusión a su muerte por martirio y a su labor evangelizadora, mientras que el humilde sayal con el que se le identificaba como alumno de Jesús, varios siglos después de su muerte se transformó en una armadura medieval y su báculo de caminante propagador de la fe cristiana fue sustituido por un blanco y mítico corcel; estos nuevos elementos dentro de su iconografía nacen a raíz de una leyenda que narra que durante la dominación árabe solía vérsele en diversos campos de batalla, luchando por la liberación de la Península Ibérica; de ahí el sobrenombre de Santiago “mata-moros”. Como la mayoría de las conmemoraciones y festividades del santoral y la liturgia, esta fiesta patronal se impuso a las diversas etapas del calendario agrícola mesoamericano, y tiene lugar cada 25 de julio, fecha que se fue consolidando al convertirse en una tradición la peregrinación que realizan los fieles católicos al “Campo de estrellas”: Compostela, en Galicia, sitio en donde se dice que reposan los restos del apóstol, desde el siglo octavo. Santiago es considerado el Santo Patrón de España. Santiago vs Xilonen El culto americano a Santiago Apóstol se fue extendiendo conforme avanzaba el proceso evangelizador de los indígenas y en varios sitios se convirtió en su patrono tutelar, combinando la festividad católica con los rituales propiciatorios del clima apropiado y las buenas cosechas con que ofrendaban a las deidades, en especial a Xilonen, la diosa del xilote o maíz tierno.
Santiago, de ser considerado el adalid en la lucha contra los moros en el viejo continente, en América en forma de gallardete acompaña a don Hernando en la conquista de nuevos territorios y, entonces, se le reviste con una especie de nueva misión: “mata indios”, salvajes y rebeldes que se oponen al nuevo orden político y religioso proveniente allende los mares.
Fotografía de Ana María Castro Velasco. Parroquia de Santiago Apóstol, Tlatelolco
Corresponde al valeroso y rebelde pueblo tlatelolca, quizás a manera de mensaje de dominación, recibir uno de los primeros patrocinios del apóstol y sobre lo que fuera uno de sus principales templos mexicas, se erige uno de los primeros inmuebles católicos de la época y es puesto bajo su advocación por designios del capitán extremeño, al mismo tiempo que, hábil estratega como solía ser, mantuvo el reconocimiento de Tlatelolco como señorío indígena y al tlatoani Cuauhtémoc, como su señor.
Hoy en día aún se puede apreciar dentro de la parroquia el fragmento central de lo que debió ser un monumental retablo atribuido al artista novohispano Baltasar de Echave. La cédula de identificación elaborada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia informa: “Aquí aparece Santiago Apóstol montado en su corcel blanco luchando contra un guerrero océlotl, junto a los españoles que vencen a los indígenas representados como almas del purgatorio.”[1] Con la espada llegó la cruz.
Santiago Xochiac
Xochiac (lugar de las flores metidas o hendidas entre peñas”), un viejo barrio enclavado sobre los linderos del “malpaís” -adjetivo utilizado por el propio capitán Cortés, por lo inhóspito de su terreno en el que abundaban oscuras oquedades conformadas al enfriarse el magma del volcán Xitle-, formaba una triple conjunción territorial con otros dos barrios prehispánicos: Huichilac y Quiahuac.
Aquella zona se caracterizaba por la abundancia de ojos de agua, canalotes, veneros y pequeños manantiales, de ahí su fama y orgullo como pueblo floricultor, fruticultor y horticultor fundamentado sobre un conjunto ceremonial en honor a las deidades del agua y de la tierra.
Tocó en suerte a ese barrio quedar bajo la advocación del propio Señor Santiago que, como ya se dijo, era quien acompañaba a los conquistadores durante el sometimiento y ocupación de nuevos territorios y quien, por extensión, era asumido por las órdenes evangelizadoras franciscana y dominica, como el protomártir, defensor de la fe católica.
En el imaginario religioso-popular la vida y muerte de los mártires y santos católicos suele estar velada por consejas y leyendas, una de ellas escapó del ropero de antiguas generaciones de abuelos quienes solían narrar al calor del fogón que, antes de que se agotara la riqueza acuífera de la zona, abundaban primero chinampas y luego milpas en los pueblos y caseríos aledaños a la vieja villa coyohuaque, tan amada por don Hernando.
En épocas aciagas de sequía o excesos de lluvia y de hambrunas o epidemias -recordaban aquellos antepasados- solía verse entre sus maizales, la gallarda figura de Santiago, vistiendo un uniforme militar-armadura medieval, en andas de su brioso corcel blanco y blandiendo su espada: combatiendo a los augurios de las malas cosechas, defendiendo a los lugareños de pestes o epidemias y, en apariencia, supliendo en sus labores a Xilonen como propiciadora de las cosechas en abundancia.
Esta conseja coyoacanense se fue diluyendo con la pátina del tiempo pero mi teoría es que, al igual que se unieron los tres barrios en uno solo para dar vida e historia al actual pueblo Los Reyes, en territorio coyoacanense, los atributos del santo y de la deidad se fundieron en uno solo; prueba de ello es la abundancia de flores y frutos con que se ornamentan, en especial al jinete y su montura, como reminiscencias de la historia agrícola y su vestimenta militar como defensor y propagador de la fe cristiana. Si, con la espada llegó la cruz pero muchas de las antiguas creencias y tradiciones religiosas de nuestros antepasados aún perviven.
Fotografía de Ana María Castro Velasco. Señor Santiago Apóstol. Pueblo de los Reyes, Coyoacán. [1]